Cuando mi hija era pequeña me informé mucho sobre como enseñar a nadar a un niño.
Después de documentarme un poco (mucho) aprendí que hay varias etapas en el aprendizaje de la natación para niños.
La adecuada para que cada niño aprenda a nadar depende de su edad y su madurez.
Por cierto, si aún no has dado a luz, esta es nuestra guía de nadar embarazada.
Cómo enseñar a nadar a un niño de 1 a 2 años
Los niños no nacen con miedo al agua.
Pero suele pasar que los adultos les hagamos ver la piscina o la playa como algo peligroso y que les acabe dando miedo.
Así que este es el momento de que se diviertan y le cojan afición al agua: chapoteos, canciones, jugar…
No te preocupes por que aprendar a aguantar la respiración o flotar.
El principal objetivo es que se diviertan y cuando vean el agua quieras meterse dentro.
Cómo enseñar a nadar a un niño de 2 a 4 años
En esta edad puedes introducir algunas actividades para entrenar las vías respiratorias.
Hacer burbujas en el agua
Lo ayudas a sumergir la cara hasta las mejillas para que haga burbujas con la boca.
Pon tu cara junto a la suya y soplad haciendo mucho ruido de motor para hacerlo más divertido. Yo con mi hija hago carreras imaginarias.
Taparse la nariz
Le enseñas a coger aire, taparse bien la nariz con la mano y sumergir la cabeza todo lo que pueda. Practicad hasta que pueda hacerlo sin usar la mano.
Saltar a la piscina
Ponle los manguitos, mejor si son tipo “puddle jumper” y anímalo a saltar desde el borde de la piscina para llegar hasta tí.
Cuando coja confianza puedes ponerle un flotador o un churro para que lo abrace cuando los manguitos lo empujen a la superficie en lugar de agarrarse a tí.
No hace falta explicarle que tiene que coger aire. Lo hará de forma instintiva.
Cómo enseñar a nadar a un niño de 4 a 5 años
A partir de 4 años o cuando veas que domina los ejercicios anteriores, ya está listo para practicar los movimientos para flotar y moverse con autonomía.
Es hora de quitarse los manguitos, pero sin bajar la guardia. Tienes que estar junto al peque en todo momento.
Dar patadas
Agarrado a un flotador o al borde de la piscina ayúdalo a poner el cuerpo en horizontal y que de patadas al agua.
Hay unas tablitas de natación que son perfectas, porque con ellas se desplaza con facilidad y le resulta muy gratificante.
Nadar como un perrito
Sujétalo por la barriga para que comience a remar con los brazos.
Poco a poco irán coordinando los movimientos de brazos y piernas.
Conforme vaya ganando confianza y flotabilidad ve relajando la presión de tus manos bajo su vientre.
Lo habitual es que hagan sus primeras brazadas al estilo perrito porque les resulta aún difícil quedarse horizontales.
Nadar hasta tí
Cuando se mantenga a flote lo suficiente, ponte a una distancia de poco más de un metro para que te alcance él solo desde el borde de la piscina.
Ve alejándote cada vez un poco más pero de forma muy gradual.
Alterna para que unas veces te alcance a nado y otras, si se siente preparado, buceando.
Mi hija ya es capaz de nadar un par de metros y la primera vez que lo hizo buceando se sintió la niña más valiente del mundo.
Cómo enseñar a nadar a un niño de 6 y 7 en adelante.
Desde los 6 o 7 años los niños que ya saben nadar con autonomía pueden empezar a introducir verdaderas técnicas de natación.
Los estilos con que empiezan a entrenar son crol y espalda.
Cuando llegue a este punto yo tendré que apuntar a mi hija a unas clases porque su capacidad pronto van a superar lo que puede aprender de mí.
Tampoco es malo que empiece a saber que debe hacer un suave calentamiento antes de nadar. Además el calentamiento se puede convertir en un baile muy divertido.
Consejos y seguridad.
Para que los niños mantengan las ganas de aprender es fundamental que se diviertan.
Planea sesiones cortas en las que intercales un par de ejercicios, según su edad y su soltura, con otros juegos dentro o fuera del agua.
Una hora, tres o cuatro veces a la semana es suficiente para que ellos noten cómo evolucionan y lo pillen cada vez con más ganas.
La imitación es una forma de aprender de los niños. Por eso es mejor que en el agua te rodees de gente que sepa nadar o de niños más grandes que no tienen miedo a nadar.
Por último, no está de más que te lo recuerde: la vigilancia, con o sin flotador, debe ser total.
Asegúrate también de que los flotadores y manguitos cumplen unos mínimos de calidad.
La profundidad de la piscina puede superar la altura del niño, pero no es recomendable que supere la tuya.
Desplazarse por sí solos en un medio nuevo es un subidón de autoestima para los niños. Ya verá cómo además el vínculo entre vosotros se refuerza mientras lo pasáis en grande.